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Foto del escritorALEXANDER RIASCOS

Si no pagas por el producto, es porque tú eres el producto

De eso tan bueno no dan tanto, decía la sabia abuelita. La verdad la abuela no solo era sabia, era además visionaria, porque así pasó efectivamente.

Estábamos acostumbrados a que los servicios que las empresas nos ofrecían tenían un costo y generalmente la gratuidad nos duraba 15 días o siendo generosos 1 mes. Pero empezaron a llegar modelos que rompieron de manera disruptiva y vaya que arrasaron.

Tan solo para citar un ejemplo, tomemos a WhatsApp de referencia, esta se convirtió en una herramienta usada por cientos de millones de personas en el mundo y sin pagar un solo peso, por lo menos cuando Facebook la compró. La pregunta sería ¿a cambio de qué Facebook la compra?, la vuelve gratuita y la potencializa aún más de lo que ya era.

Esta pregunta no era fácil de descifrar, sobre todo porque no veíamos un negocio evidente detrás de ella. Sin publicidad, anuncios o elementos que la hicieran facturar a su dueño.

WhatsApp es solo una de las tantas plataformas que hoy operan así. La magia de estos negocios realmente opera cada vez que alguien interactúa a través de ellas, deja una huella o un rastro, que al convertir y procesarlos nos alimenta una mina inagotable de información.

Información que directa, de manera sutil o sin darnos cuenta dejamos en estas plataformas y como bien lo cito se convierte en ese elemento de valor con lo que hoy se comercializa y genera grandes negocios publicitarios en el mundo.

Si no pagas por el producto, ¡el producto eres tú! Así es, tú y tu información es el producto comercializable, producto que se ofrece a las compañías interesadas en dar a conocer sus anuncios publicitarios y cientos de funcionalidades más que pueden obtener.

Público cautivo, información, datos, trazabilidad, entre otros datos son la clave. La pregunta que podría surgir es, ahora que estos modelos existen y sabemos que se quedarán ¿qué haremos al respecto o cómo podríamos sacarle provecho nosotros?

Por años asociamos los mineros con trabajos no solo de mucha exigencia física, sino mal remunerados, con condiciones precarias o de alto riesgo. Pues debo decirles que en el ámbito de la era digital es una maravilla que apenas comienza.

La minería de datos es sin duda alguna toda una profesión hoy. Es de esas profesiones que jamás pensaríamos que existirían o por lo menos desde este lado latino no la vimos seguramente en la Universidad.

Analizar datos, procesarlos y darle utilidad a favor de una organización es hoy un lujo que pocos tienen. Los datos hoy son poder, son negocio y permiten generar ventaja competitiva. Por tal motivo, quien hoy tenga la chance de estudiar minería de datos, seguro estará haciendo una muy buena inversión y con proyección profesional de largo plazo.

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